Adiós a Ricardo y bienvenida a Pedro Alberto
El Domingo, en la parroquia del Perpetuo Socorro, se hacía celebración especial en la solemnidad de la Eucaristía, se despedía a Ricardo como párroco responsable de la comunidad durante 26 años, y se presentaba el nombramiento y envío de Pedro Alberto como nuevo párroco, que junto a Juan Pablo servirán a esta comunidad. Paco Maya, como Vicario dela ciudad, presidió y dirigió la homilía para iluminar la celebración desde la palabra del Evangelio proclamada en torno a los mandamientos principales de nuestra fe. La gente me comentó que había sido una homilía rica en mensaje y se la he pedido para compartirla…
Homilía y vida…
Una vez más estamos a la escucha de la Palabra con el deseo de que nos cale como lluvia suave y persistente. En esta Palabra, Jesús nos desvela el criterio y horizonte de su principio de acción y comportamiento.
A veces. vivimos demasiado atosigados por las mil leyes, presiones y ocupaciones que aprisionan nuestra vida. Es importante que nos preguntemos: ¿cuál es el principio que motiva y guía mi vida?, ¿qué ha de ser lo esencial en mi vida?, ¿cuáles son las opciones fundamentales que he de hacer en mi vida?
El texto de Mateo, que hemos escuchado, nos puede descifrar por dónde debe caminar nuestra vida. El texto nos dice que unos fariseos se acercaron a Jesús para ponerlo en apuros mediante una pregunta que entrañaba malicia. Hoy, a nosotros, nos resulta difícil entender la malicia que llevaba consigo la pregunta que hicieron los fariseos. La cosa se comprende si tenemos en cuenta que los rabinos establecieron una distinción entre mandamientos “grandes” y “pequeños” de la Torá (la Ley de Dios), que contenía 248 preceptos y 365 prohibiciones. Pero además había quienes destacaban que también los preceptos pequeños eran de máximo peso (cf. 4 Mac 5, 20 s). Pero, indudablemente, esta lista sólo estaba al alcance de los muy iniciados o estudiosos. El pueblo pobre y sencillo no podía cumplir un sistema tan complejo de leyes. Por eso estaba habitualmente en impureza, fuera de la ley. Los preceptos insistían en tres grandes capítulos: el sábado, la pureza ritual y los diezmos. El amor al prójimo no tenía en esta lista más relevancia que otros.
El precepto más importante
Había, pues, entre los entendidos de la Ley fuertes controversias sobre cuál era el precepto “más grande”. Pronunciarse sobre este asunto era enfrentarse a grupos influyentes de entonces. Jesús responde citando Deut 6, 5, texto fundamental, que era recitado cada día como parte del Shemá Israel. La originalidad de Jesús está en que sintetiza y centra ese mundo inmenso de leyes en un solo punto doble, une inseparablemente el amor a Dios y el amor al prójimo. Con esta síntesis y unión, Jesús supera una vez más el legalismo, y nos dice que el amor ha de orientar y motivar la vida en sus opciones fundamentales. Para Él lo importante es poner a la persona humana cara a cara ante Dios y ante el prójimo.
Unir lo humano y lo divino
Jesús une lo divino con lo humano. De forma que es una ilusión y un engaño pensar que uno está en buena relación con Dios, si se relaciona mal con alguien, con quien sea, es necesario unir “lo divino” con “lo humano”. Jesús nos dice que hay que “amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Esto es lo verdaderamente importante para el creyente. Ahora bien, Jesús no se queda ahí, en la generalización, o en la abstracción. ¿Cómo amar a Dios? ¿cómo amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas? Para que los fariseos de entonces y los cristianos de ahora no nos vayamos por las ramas, añadió: “El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús ofrece un criterio claro de discernimiento: Amas a Dios si amas a tu hermano. Dicho en palabras de San Juan: “No puedes decir que amas a Dios a quien no ve, sino no amas a tu hermano a quien ves”
En el corazón del mensaje de Jesús hay una llamada a abrirnos radicalmente al amor. Para vivir el Amor el mejor camino es lanzarse a amar: a Dios y al hermano.
Despedir a nuestro querido Ricardo
En este contexto tan esclarecedor de cómo vivir nuestro ser de creyentes, venimos a despedir a nuestro querido Ricardo, que durante 26 años ha estado sirviendo como párroco a esta comunidad del Perpetuo Socorro. Él ha pretendido hacer vida en él esa síntesis del texto que hemos escuchado. Su amor a Dios le ha llevado a vivir en un continuo servicio a los demás, ha estado siempre en esa actitud de acogida a cualquier hermano y en cualquier circunstancia; ha enseñado a adentrarse en la profundidad de la Palabra escuchada; ha pretendido servir a la comunidad con el rasgo que siempre le caracteriza: la sencillez y la pobreza. Su gran sabiduría la ha sabido poner sin ningún tinte de soberbia al servicio de los hermanos. Ha sabido amar estando muy presente en los acontecimientos de cada uno de vosotros. Se ha ido desgastado durante estos 26 años desde su servicio gratuito. Entró con la fuerza del pastor que tenía que construir una nueva comunidad. Ése fue su empeño, y a él se ha dedicado sin menoscabar ningún tipo de esfuerzo. La comunidad ha sido con el Señor su razón de vivir. Gracias, Ricardo, por todo lo que has ido sembrando en esta comunidad, en el corazón de cada miembro de ella. Gracias en nombre de la comunidad diocesana por todo cuanto has ido dando y aportando a ella. Sabemos que desde tu jubilación seguirás dándote a los hermanos. Que Dios te siga bendiciendo.
Con Pedro Alberto y Juan Pablo
Y en este día os presentamos como nuevo párroco a Pedro Alberto, conocido por todos porque lleva ya tiempo en su entrega y servicio a la comunidad parroquial. Te presentamos oficialmente a ella, para que la presidas en el amor y en el servicio, para que te dones a ella postrándote ante los hermanos, haciéndote pobre y pequeño
Pedro Alberto, el Señor te llama a caminar siendo buen Pastor misericordioso entre tu gente, y has de hacerlo desde la irrelevancia, la pequeñez, y la donación gratuita. Has de tener, como hemos escuchado en las lecturas de hoy, una doble pasión: pasión por Dios y pasión por tu pueblo, especialmente por aquellos de esta comunidad que viven en la pobreza, en el dolor, en la exclusión; por aquellos que sufren en sus carnes el dolor de no sentirse valorados, queridos, y abrazados. Al estilo de Jesús, has de ser un hombre que se deja comer, que con su entrega sólo quiere transparentar la entrega plena de Jesús, el Siervo de Yahvé, estando dispuesto a perder la vida en favor de otros.
El Papa Francisco nos invita a todos a salir, a arriesgar nuestras vidas para anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, salir para buscar a las personas hundidas, doloridas, y desconsoladas, y ser buenos samaritanos ofreciendo el bálsamo del amor, de la acogida y del perdón. Que ninguna persona en esta comunidad se sienta excluida por ninguna causa. Pedro Alberto, que seas buen pan, que se deja comer por las familias que componen esta comunidad parroquial, haciendo que todos se sientan protagonistas y corresponsables en el desarrollo de la misión.
Todo esto es lo que presentamos ante la mesa del Señor en esta mañana. Que el Espíritu del Señor te ilumine, para que con Juan Pablo, vicario parroquial, deis un testimonio de unidad y amor entre la comunidad.
(Homilía pronunciada por Francisco Maya en la Parroquia del Perpetuo Socorro en Badajoz el pasado Domingo)
Os enlazo a una reflexión anterior sobre Ricardo en sus cincuenta años de sacerdocio: